La contabilidad que se esgrime como argumento para justificar la extinción, ha estado arreglada, artificialmente, ya que toma un precio de venta de la electricidad, como si LFC fuese un consumidor de tarifa de alta tensión, no como parte del sistema de empresas estatales, esta y CFE, encargadas, por ley, del Servicio Público de Electricidad. El precio promedio de la electricidad en estos meses, en tarifa de alta tensión, ha sido del orden de 1 peso por kWh; la sola reventa a clientes de tarifa de alta tensión, ya implica pérdida; las otras tarifas horarias, HS, HM y hasta la OM, tienen casi el mismo nivel que la tarifa de alta tensión (HTL), así que ahí también se pierde. Por último la Tarifa 1, para uso doméstico, tiene en este mes, un valor de 68 centavos por kWh, LFC la vende con pérdida de 32 centavos por kWh. De hecho, la Tarifa de alta tensión tiene un precio de 1.26 pesos por kWh en el horario de punta, que es el que registra la mayor demanda de usuarios domésticos. LFC sólo tiene margen en las tarifas llamadas comerciales y para servicios públicos. O sea, que la pretensión del gobierno federal, es, o era: generar barato en CFE, vender caro a LFC, que no puede vender con margen, y la diferencia convertirla en numerito del balance para inventar una quiebra.
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