Trabajadores mexicanos se unen a protesta mundial contra las "políticas antilaborales"


Como parte de la jornada internacional de movilizaciones contra la aplicación de políticas que atentan contra los derechos labores, que ayer tuvo lugar, cientos de trabajadores realizaron un mitin frente al Hemiciclo a Juárez en repudio a las medidas económicas que aplica el gobierno de Felipe Calderón, las cuales atentan contra los derechos plasmados en los contratos colectivos de trabajo.
En su declaración política, el Congreso Social –frente conformado por sindicatos y agrupaciones civiles y campesinas– se solidarizó con la lucha que iniciaron organizaciones mundiales, la cual –consideraron– es el primer paso para establecer en el orbe un gran frente único de los trabajadores del campo y la ciudad para evitar que la crisis la paguen los trabajadores.
Este esfuerzo pretende frenar las privatizaciones y la constante caída del nivel de vida y de los ingresos de la población trabajadora, denunciando a los partidos y a los políticos neoliberales.
Advirtieron que se espera un futuro incierto para el pueblo de México, donde la única salida es la construcción de un frente nacional que pueda hacer frente a las políticas neofascistas.
Las organizaciones participantes –como los sindicatos de la UNAM, de telefonistas, electricistas y tranviarios, así como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y agrupaciones de la Unión Nacional de Trabajadores y Diálogo Nacional– denunciaron que la entrega del país al imperialismo tiene lugar mediante la concesión de recursos naturales y la entrega de las empresas nacionales a extranjeros.
También –dijeron–, mediante la firma de tratados comerciales, militares y policiacos –como el Tratado de Libre Comercio, la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte y la Iniciativa Mérida–, que comprometen seriamente la independencia nacional e hipotecan la soberanía alimentaria.
Como parte de su plan de acción, adelantaron que en octubre realizarán movilizaciones en apoyo a los gremios afectados por el gobierno del empleo, como electricistas, pilotos, sobrecargos y mineros, entre otros. Para noviembre preparan un encuentro nacional para la integración de un nuevo Constituyente y una nueva Carta Magna.
Fuente: La Jornada 30 de septiembre de 2010

Sindicatos, cotos de poder individual: UNAM


El sindicalismo en México ha transitado por un esquema corporativo en el que los trabajadores perdieron a sus organizaciones gremiales y los líderes comprometieron sus intereses, aseguró José Alfonso Bouzas Ortiz, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante la mesa Movimiento sindical en la coyuntura, el académico indicó que los gremios se han convertido en cotos de poder donde ser líder sindical se convirtió en profesión, lo que perjudica sobre todo a los trabajadores y favorece a la patronal.
El investigador aseveró que debido a los cambios legislativos de los años 30 del siglo pasado se puso freno a lasamplias libertades que la Constitución de 1917 dio al artículo 123.
Debido a esos cambios, a partir de que se es líder sindical, primero la muerte que la renuncia. Ser líder sindical se vuelve una profesión. Para que le damos vuelta, son muy pocos los sindicatos en que no dominó este esquema corporativo sobre la propia organización de los trabajadores. El líder gremial se convierte, en la historia de México, en un engrane muy importante en el aparato de gobierno y el empresarial. Éste negocia, concilia, compromete y a su vez controla a los trabajadores.
Ejemplificó con el caso de los telefonistas: Francisco Hernández Juárez llega a la secretaría general de ese gremio con la bandera de la no reelección y lleva más de 30 años en el puesto. Algo está pasando en las organizaciones sindicales que dejan de operar para los trabajadores y lo hacen en favor de las direcciones. Algo tenemos que hacer.
Dijo que hay varias tesis que implican riesgos para los sindicatos en el país, pues los consideran prescindibles por tres razones: el incremento del desem- pleo, la incapacidad de las organizaciones sindicales para encontrar alternativas y el fenómeno corporativo que pesa sobre los gremios desde su origen.
Por su parte, Genaro Arteaga Trejo, secretario de asuntos políticos del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, hizo un recuento del conflicto de este gremio con el Grupo México y el gobierno federal.
Arteaga confió en una solución positiva para su organización. Ya tocamos fondo en la represión por parte del gobierno y no nos han podido acabar. Nosotros a lo largo de los años seguiremos siendo mineros; sin embargo, al gobierno sólo le quedan menos de dos años. Vamos a resistir
Fuente: La Jornada 21 de septiembre de 2010

Con posible síndrome de desgaste ocupacional, 40% de mexicanos


Mi casa es azul es una frase muy sencilla de entender. Más aún si quien la lee es una intérprete que domina el inglés y el francés. Fue precisamente ello lo que dijo a Yolanda que algo andaba mal. Un día ya no la pudo entender. Ni siquiera en español.
Entonces se dio cuenta de que el cuerpo le estaba pasando la factura: años de jornadas laborales de más de 12 horas; amaneceres trabajando cinco días a la semana; comer lo que fuera y cuando fuera; no hacer ningún ejercicio, y cancelar su vida personal por traducir una cuartilla más.
“Una vida de trabajo excesivo y sin rutinas ni límites definidos –define la misma Yolanda– terminó en hipertiroidismo y esclerosis múltiple.” Es un ejemplo extremo de hasta dónde puede llevar a alguien el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) o burnout, padecimiento que tienen o podrían tener miles de mexicanos y que muchos detectan cuando ya es demasiado tarde.
Una filosofía laboral perversa
Aunque no es un fenómeno nuevo –comenzó a identificarse a mediados de la década de los 70 en Estados Unidos–, el burnout (que puede traducirse como estar fundido o quemado) es de estudio reciente en México.
Felipe Uribe Prado, especialista en temas laborales de la Facultad de Sicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha analizado las características de esa enfermedad en los últimos cuatro años, y descubrió que entre 35 y 40 por ciento de la población acepta haber tenido síntomas, aunque el número podría ser mayor.
“El burnout es estrés acumulado que se presenta aun cuando el sujeto ya no está frente a un estímulo estresante y puede hacer que la gente se quede en la cama 12 horas en fin de semana, deprimida, o tenga infartos en domingo, en vacaciones o los lunes por la mañana, cuando el organismo trata de regresar al equilibrio perdido.”
Para hablar con rigor de SDO deben presentarse tres características: fatiga crónica causada por trabajar en exceso o por pensar todo el tiempo en el trabajo; despersonalización de la gente con que se convive (tratar con desprecio a compañeros, clientes, pacientes), y la insatisfacción de logro, sentimiento de frustración y desencanto hacia la empresa por sentir que ésta no les retribuye lo que merecen.
La gente ya no lo nota porque se hace hábito cultural en las empresas, a tal punto que cuando una persona se va a su hora de salida lo ven mal, como burócrata. La filosofía laboral es muy perversa, y en esto las empresas mexicanas son particularmente terribles, señala Uribe.
Aunque puedan parecer lo mismo y en ocasiones se mezclen, la diferencia entre el burnout y los llamados workaholics es que mientras éstos asumen la carga de trabajo voluntariamente y la transforman en vicio, los trabajadores quemados lo viven como imposición agobiante en la que nunca dejan de pensar.
Consumirse poco a poco
El caso de Yolanda fue una combinación de ambas. Comenzó con jornadas extenuantes por gusto, pero también por la dinámica de su trabajo, en la que se gana más mientras más páginas se traducen.
Estaba obsesionada con el trabajo y con ganar dinero, aunque no sabía realmente para qué. Vivía estresada por la sobrecarga de trabajo, y angustiada cuando estaba haciendo algo distinto. Empecé a laborar de las 6 de la mañana a la medianoche, y si había mucho trabajo me quedaba hasta las 4, 6 o 10 del día siguiente, comenta en entrevista con La Jornada.
Esta sobrecarga laboral, aunada a la falta de ejercicio y a una dieta desbalanceada, le causó sobrepeso, dolores físicos, sensación crónica de fatiga, caída de cabello, pérdida temporal de la visión en un ojo y falta de sensibilidad en las extremidades, además de depresión, ansiedad y problemas para hablar o entender ideas sencillas.
Finalmente, en 2008 –con sólo 33 años de edad– le fue diagnosticada esclerosis múltiple, enfermedad en la que numerosas partes del sistema nervioso central se quedan sin mielina, sustancia que hace posible su funcionamiento normal, lo que perjudica la habilidad de conducir impulsos eléctricos desde y hacia el cerebro.
Sólo reduciendo sus horas de trabajo, durmiendo bien, comiendo de manera sana y explorando sus problemas emocionales, Yolanda comenzó a superar los problemas físicos que le produjo el SDO y a recuperar su funcionalidad laboral y social.
Trabajar hasta la muerte
Susana pasó por un trance similar. Su trabajo en una empresa de publicidad la obliga a cumplir con metas de ventas diarias, semanales y mensuales. Ahí cada minuto es dinero, cada operación puede costar millones de pesos, y lo que no se hace hoy ya no se puede recuperar mañana.
A mí me encantaba mi trabajo, pero luego de un tiempo empecé con dolores de cabeza, gastritis, colitis y mareos. Después se me dormía el brazo, tenía zumbidos. Pensé que me iba a dar una embolia, porque sentía la quijada dormida y muy dura, recuerda.
“Empecé a sentirme realmente mal. No podía manejar, no podía levantarme. Me mandaron a urgencias diciendo que era algo del oído, pero el médico me dijo que no era eso, sino estrés. Fue la primera vez que alguien me lo dijo luego de 14 años de estar en la empresa.
Lo peor es que se vuelve un círculo vicioso y ya ni siquiera lo notas. En mi empresa un director falleció de un infarto, saliendo de trabajar, y en otra compañía supimos de un gerente que también murió por eso, y nadie se dio cuenta hasta el otro día, cuando vieron que seguía en su lugar y con la misma ropa del día anterior.
Ahora, dice, ya no me desgasto así. Hago el trabajo que pueda en ese día, y el que no, no lo voy a hacer. Sólo de esa forma, dice, irá recuperando poco a poco la salud y el equilibrio perdido.
Más salud, más dinero
Para evitar que esta enfermedad crezca, Uribe diseñó un cuestionario, en el cual identifica las cuatro etapas del SDO mediante la aparición de siete síntomas: problemas de sueño, trastornos siconeuróticos, sicosexuales o gastrointestinales, dolor muscular, adicciones o ansiedad.
Por lo regular, el burnout se cura simplemente con un buen periodo de descanso, combinado con alimentación adecuada, actividades deportivas y ejercicios de relajación, aunque hay algunos casos en los que el paciente debe ser medicado para controlar daños cerebrales o cardiovasculares.
“En muchas empresas –señala Uribe– sí han entendido que la salud de sus trabajadores equivale a más ganancias. Pero aquí la cultura empresarial es ‘explótalos hasta donde puedas’. Hay un descuido a propósito, y los que ganan son los empresarios, que utilizan a los seres humanos como objetos. Es un problema de salud pública que no quieren reconocer”.
Fuente: La Jornada 7 de septiembre de 2010

Llaman a evitar visión mercantilista en la atención médica de personas

Con sociedades que están “enfermas” por las condiciones de violencia y falta de inclusión social, los sistemas públicos de salud no pueden dejarse en manos de una visión mercantilista. La vida requiere de principios y derechos básicos que no deben estar sujetos a una comercialización, afirmó Carolina Tetelboin, coordinadora nacional del Congreso de la Asociación Latina para el Análisis de los Sistemas de Salud (CALASS) 2010.
Al concluir el encuentro internacional, que reunió a especialistas de 16 países de Europa y América Latina, destacó que en los países latinoamericanos coexisten dos claros procesos de transformación de los sistemas de salud. “Uno que fortalece las instituciones públicas como en Brasil, Cuba, Venezuela y Costa Rica, y otros, como el caso de Chile, Colombia y México, que van por más reformas de corte neoliberal, que ven en el mercado la solución a la demanda creciente de servicios de salud”.
Tetelboin, catedrática de la Universidad Autónoma Metropolitana, destacó que en algunas naciones de la región hay un “achicamiento del papel del Estado como responsable de la atención de los servicios de salud, pero al mismo tiempo existen alternativas que rescatan el derecho a los servicios de salud como una responsabilidad del Estado. Es el caso de Venezuela, con su programa Barrio Adentro, pero también con las experiencias de Cuba, donde los índices de atención son de los más elevados de América Latina, y con uno de los costos promedio más bajos”.
En contraste, indicó, hay países que aún están “muy orientados a las políticas aplicadas desde finales de los años 90 del siglo pasado por el Banco Mundial, como ocurre con Colombia, Chile y México, en los que se busca orientar el sistema bajo políticas del mercado, aunque en los países sudamericanos ya se ha comprobado que no funciona. Ahora buscan corregir los errores del mercado, pero sin dar un cambio radical de rumbo”.
En México se habla de la universalidad del derecho a la salud, incluso desde la Secretaría de Salud, encabezada por José Ángel Córdova Villalobos, pero “es evidente que este concepto no es el mismo para las autoridades y para los especialistas. Es un discurso con significados distintos: en los hechos con la creación del Seguro Popular, se han generado muchas críticas, pues se debilita a los sistemas e instituciones de salud pública, al tiempo que se busca garantizar la atención de los no asegurados, pero bajo una visión que no es realmente universal ni gratuita a largo plazo”.
La discusión sobre qué sistemas de salud deseamos como sociedades en América Latina y el Caribe, ante retos “muy claros como el envejecimiento de la población, una visión de atención y no de prevención, nos demanda mayor participación social”.


Fuente: La Jornada 5 de spetiembre de 2010

Peligra el sistema público de salud: Cristina Laurell

En México enfrentamos el riesgo de perder los servicios públicos de salud ante el embate para consolidar un sistema regulado por el mercado, aseguró Asa Cristina Laurell, secretaria de Salud del gobierno legítimo, quien destacó que es “necesaria una gran movilización social para frenar el desmantelamiento de las principales instituciones públicas de salud, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)”.
En el segundo día de trabajos del Congreso de la Asociación Latina para el Análisis de los Sistemas de Salud (CALASS) 2010, señaló que desde 1995 “inició un lento proceso de destrucción financiera y abandono de la infraestructura de los servicios de salud públicos, pues el objetivo final con el Seguro Popular, creado en 2003, fue introducir un verdadero caballo de Troya que acabe por destruir lo que queda de un sistema público que atiende a la mayor parte de la población”.
Al dictar la conferencia La reforma a la salud en México, ante especialistas de Bélgica, Canadá, España, Francia, Italia, Rumania, Suiza y representantes de países latinoamericanos, aseguró que en México “vamos hacia la culminación de una reforma a los sistemas de salud que inicio en 1995, y que trajo como consecuencias profundas transformaciones financieras para el IMSS y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), y más tarde la creación del programa Seguro Popular para la población más pobre”.
En los pasados 15 años, agregó Laurell, “se ha venido deteriorando el presupuesto para las principales instituciones públicas de salud, y ahora se ven doblemente presionadas, pues hay una redistribución de los pocos fondos disponibles para el Seguro Popular que da atención de primer nivel, es decir, no de todo los servicios de salud, y tampoco tiene asegurada la infraestructura ni las condiciones para dar el servicio”.
En entrevista con La Jornada, detalló que la creación de un sistema de salud con cobertura universal, “debe iniciar con bases sólidas, pero no desmantelando lo ya existente”.
Agregó que, por una parte, “se ha debilitado al IMSS, y por otra se creó el Seguro Popular, como presión externa”.
Se trata de un esquema, indicó, en el que “se quiere dar entrada al capital financiero, es decir, a las aseguradoras, pues se mantiene una idea, nunca comprobada, de que la competencia da una mejor calidad de los servicios de salud, de acuerdo con las leyes del mercado. Situación que nunca se ha visto reflejada en la realidad en ningún lugar del mundo”.
Fuente: La Jornada 4 de septiembre de 2010

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